Por Miriam Esquivel
¡Mi hijo no habla y ya tiene 2 años! Es algo que he escuchado en muchas ocasiones ya que se sabe a través de la experiencia que así sucede. Es cierto que a los 2 años el niño tiene cierta sensibilidad al lenguaje, pero está determinada por muy diversos factores, uno de ellos, que el niño se sienta preparado para expresarse y otro, la forma en que trabaja su mente.
En mi experiencia profesional como lingüista, me he dedicado a ayudar a profesionistas a desarrollar o practicar su habilidad comunicativa del idioma Inglés en diversas edades. Después de convertirme en madre, mi interés profesional se amplió y tras leer los varios libros de la Pedagogía Montessori, caí en la cuenta que el proceso de adquisición de la lengua tiene que ver con la forma en que nuestra mente procesa la información, en lo cual, los niños de 0 a 3 nos llevan gran ventaja.
María Montessori, Ingeniera, Doctora, Psiquiatra y creadora de su propio método pedagógico; nos explica que el proceso de decodificación y aprendizaje que tiene un niño en los primeros 3 años, se equipara a lo que un adulto le llevaría aprender en 60 años y todo esto debido a la llamada “mente absorbente”.
¿Cuántas veces hemos escuchado que los niños son como esponjas? Montessori nos explica que es un mecanismo de adaptación psicosocial ya que la mente del niño absorbe natural y progresivamente todo lo que le rodea, de forma inconsciente e instantánea a modo que lo hace una cámara fotográfica.
La mente del adulto, por el contrario, elabora reflexiones de manera consciente y progresiva, del mismo modo que un pintor, pincelada tras pincelada va detallando la imagen de lo que percibe.
De manera concreta, la mente absorbente es aquella, exclusiva del niño que le permite adquirir todo lo que el medio en el que vive le ofrece. “Los niños son como esponjas”, si, pero a diferencia de una esponja convencional, la mente absorbente del niño no tiene límites, es un estado mental que cambiará después de los 3 años para convertirse en una “mente absorbente consciente”, misma que le permitirá comenzar a diferenciar y seleccionar aquellos elementos que serán primordiales para desarrollar su identidad psíquica y social.
Esa sensibilidad para el lenguaje de la que hablábamos al principio, se inicia desde los 7 meses de embarazo aproximadamente y termina cerca de los 6 años. Durante este periodo el niño absorbe la pronunciación, entonación, acento y vocabulario de su medio ambiente, así como la estructura gramatical.
Por lo que respondiendo a la frase del principio, cada niño absorberá y mostrará lo que considere del lenguaje que escucha a su alrededor. Y aunque muchos niños pueden comenzar a hablar a esta edad, se trata de todo un proceso que lleva años concretar. Es por ello que como especialista en el estudio del lenguaje, propongo que no apresuremos a nuestros niños a expresar el idioma que ellos mismos tienen guardado y sabrán en que momento querrán expresar.